Hoy Celebramos a las Madres en la Clínica Adventista de Quito
- Xavier Yanayaco
- 9 may
- 2 Min. de lectura
Un homenaje lleno de gratitud, fe y esperanza eterna. Este 9 de mayo, en la Clínica Adventista de Quito, nos unimos en un espíritu de gratitud y alegría para rendir un merecido homenaje a las madres: esas mujeres que reflejan el amor incondicional de Dios, que guían con paciencia, cuidan con ternura y oran con fervor por sus hijos y sus familias.

En medio de nuestras labores diarias, hoy dedicamos un espacio especial para celebrar a las madres que forman parte de nuestra institución. Entre nosotros hay doctoras, enfermeras, administrativas y colaboradoras que, desde cada una de sus funciones, contribuyen con excelencia al bienestar de nuestros pacientes y al cumplimiento de nuestra misión. A todas las madres que trabajan en las distintas áreas de la clínica, les rendimos un sentido tributo, reconociendo su entrega y su testimonio de fe.

🎁 Hoy fueron homenajeadas con mucho cariño y recibieron un presente especial como muestra de gratitud por todo lo que representan. Fue un momento emotivo para reconocer su valioso papel dentro y fuera de la clínica.
La maternidad es un reflejo del carácter de Dios: lleno de misericordia, entrega y sacrificio. La madre adventista, como instrumento del Creador, no solo forma hogares, sino que siembra valores eternos en el corazón de sus hijos, viviendo cada día con la esperanza del regreso de nuestro Salvador.
Las Escrituras nos muestran ejemplos maravillosos de mujeres de fe: desde Ana, que dedicó a su hijo Samuel al Señor, hasta María, la madre de Jesús, cuyo corazón estuvo siempre rendido a la voluntad divina. En ellas vemos virtudes que hoy queremos destacar en nuestras madres: la paciencia, la entrega, la sabiduría, la oración constante, la fortaleza en medio de las pruebas y, sobre todo, la fidelidad al llamado de Dios.
Durante esta jornada especial, cada madre en nuestra clínica ha recibido una muestra simbólica de aprecio, acompañada de palabras de aliento y oración. Más allá de los gestos visibles, les hemos recordado que su labor no pasa desapercibida ante los ojos del Cielo. Como dice 1 Corintios 15:58: “...sabed que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”

A todas nuestras madres, les decimos: ¡gracias! Que el Señor siga siendo su fuerza diaria, su guía en la crianza y su paz en cada jornada. Que nunca olviden que su amor, su fe y su ejemplo son semillas que darán fruto eterno. Y que un día, muy pronto, cuando Cristo regrese, muchas madres fieles escucharán de sus labios: “Bien, buen sierva y fiel… entra en el gozo de tu Señor” (Mateo 25:21).
Con gratitud y esperanza,
Clínica Adventista de Quito
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